Testosterona y caída del cabello: qué hay de cierto y qué no.
La idea de que “la testosterona te deja calvo” es una simplificación. La realidad: no es la cantidad total de testosterona lo que determina la caída, sino cómo tu organismo la convierte en dihidrotestosterona (DHT) y, sobre todo, cuán sensibles son tus folículos a esa hormona. La clave está en la genética, la enzima 5-alfa-reductasa y la susceptibilidad de cada persona.
Qué es la DHT y por qué importa
La DHT se forma cuando la testosterona se convierte por acción de la 5-alfa-reductasa. En personas con predisposición, la DHT se une a receptores en el folículo piloso y acelera su miniaturización: cada ciclo de crecimiento produce pelos más finos y cortos hasta que la zona luce rala.
Genética: el factor decisivo
No todas las personas reaccionan igual a la DHT. La sensibilidad de los folículos está determinada por variantes genéticas. Por eso algunos desarrollan recesión de entradas y coronilla y otros no, aun con niveles hormonales similares.
Mitos frecuentes (y la realidad)
“Más testosterona = más calvicie”: no necesariamente. Podés tener niveles normales y, si tus folículos son sensibles, perder densidad; o niveles altos y no presentar caída si tus folículos son poco sensibles.
“Si hago ejercicio de fuerza voy a quedarme calvo”: entrenar no es el culpable. El problema no es el músculo, sino la predisposición genética y la conversión a DHT en el cuero cabelludo.
“La calvicie viene solo por la línea paterna”: la herencia es poligénica y puede venir de ambos lados de la familia.
Patrones en hombres y mujeres
-En hombres, el patrón típico es retroceso en entradas y adelgazamiento en coronilla.
-En mujeres, suele haber afinamiento difuso en la zona superior con línea frontal conservada. Las hormonas, el ciclo, el posparto y la menopausia también influyen.
Señales de alerta
-Pelos más finos (“miniaturizados”) en la zona superior.
-Mayor caída al peinarte junto con reducción de densidad.
-Claros visibles a contraluz en raya o coronilla.
Si tenés dudas, la evaluación dermatológica (a veces con tricoscopía) ayuda a confirmar el diagnóstico y diferenciarlo de otras causas (deficiencias, tiroides, dermatitis, efluvios).
Qué sí podés hacer (enfoque integral)
Hábitos que acompañan
-Dormir y manejar el estrés: ambos impactan en el ciclo del folículo.
-Alimentación suficiente en proteínas, hierro, zinc, vitaminas D y del grupo B.
-Cuidado del cuero cabelludo: tratar caspa/dermatitis si existen.
Opciones terapéuticas (según indicación profesional)
-Estimulantes del crecimiento: moléculas de uso tópico que prolongan la fase anágena.
-Modulación androgénica: fármacos que reducen la conversión a DHT o su acción en el folículo (uso médico, control de efectos y contraindicaciones).
-Procedimientos complementarios: microneedling, terapias de luz de baja intensidad, plasma rico en plaquetas; su beneficio depende del caso y del plan global.
-Restauración capilar: en áreas estabilizadas, el trasplante puede redistribuir folículos resistentes; requiere valoración especializada.
Expectativas realistas
Los tratamientos buscan frenar la miniaturización y mejorar densidad y grosor. Los resultados toman meses (el cabello crece lento) y la constancia es clave. La combinación de medidas suele rendir más que un único recurso.
Cuándo consultar
-Caída acelerada o cambios rápidos en densidad.
-Picazón, dolor, inflamación o descamación persistente.
-Historial familiar de calvicie a edades tempranas y preocupación estética.
Un profesional puede armar un plan personalizado, pedir análisis si hace falta y monitorear respuesta y tolerancia.
Conclusión
La testosterona por sí sola no “te deja calvo”. La ecuación real combina genética, DHT y sensibilidad folicular. Con un diagnóstico correcto, hábitos que acompañen y un abordaje médico adecuado, es posible frenar la progresión y recuperar parte de la densidad, manteniendo expectativas claras y un seguimiento continuo.